
Este sábado, día 20 de Octubre de 2007, no quedará en mi memoria como un buen día. He tenido el privilegio de pertenecer a una amplia familia de noctambulos que las noches de fin de semana (en los últimos tiempos) nos congregabamos alrededor de la hoguera radiofónica que se encendía en Onda Cero a partir de las 01:00. Esta hoguera era encendida por el Gran Chamán de nuestra tribu, Juan Antonio Cebrián, que con sus bailes y sortilegios en forma de Pasajes de la Historia, La Tertulia de las 4C, y tantos otros espacios de su programa nos tenía hipnotizados hasta las 04:00.
La tarde del Sabado, con 41 años y un niño de apenás tres, Alejandro, nos ha dejado; nos lo ha arrebatado un fulminante ataque al corazón, barriendo todas las certezas que teníamos de seguir escuchando sus brillantes monólogos sobre la historia de España y Mundial, sus confidencias con Fernando Rueda relativas al oscuro mundo de los servicios de espionaje, sus puyas a las 4C. Todo aquello, que hasta el fin de semana anterior nos parecia tan obvio y seguro como el paso de las estaciones o la salida del Sol, se ha detenido; ya nunca jamás volveremos a vivir madrugadas tan llenas de cúltura y misterio, tan llenas de pasión y alegría por vivir la historia, tan plenas de asombros y sombras de misterios ignorados por la mayoria de nosotros de tu mano.
Quiero dejar constancia en este humilde blog de mi tristeza por la perdida de este gran comunicador y buena persona, que tantas noches en soledad ha llenado con su compañia y calor. Siento mucha pena de no poder devolverte ese favor que tantas veces me hicistes, consolando a tu familia y a tu hijo. Pero quedo tranquilo pues sé, despues de eschuchar el bellisimo último programa que te dedicaron tus compañeros y amigos, que entre ellos tu mujer e hijo encontrarán una familia que siempre estará dispuesta a acudir rauda a su reclamo, a ofrecerles todo el cariño y afecto que recibieron de ti y a enseñar a tu hijo, llegado el día, lo orgulloso que debe de estar por portar el apellido que una vez fue tuyo, por ser tu hijo.
Queda tranquillo allá donde estes, lo que aqui dejastes hará que seas querido, admirado y recordado. Por despedida y moraleja de esta reseña dejo tus dos máximas, que como norma de vida podrían servirnos.
"SE FELIZ COMO UNA LOMBRIZ"
"FUERZA Y HONOR"
"FUERZA Y HONOR"
Adiós, Juan Antonio. D.E.P.
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